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¿Qué es el Glaucoma?

El glaucoma es una enfermedad de los ojos que se caracteriza generalmente por el aumento patológico de la presión intraocular debido a la falta de drenaje del humor acuoso (líquido que rellena la parte anterior del ojo) que en condiciones normales se renueva constantemente. El glaucoma tiene como condición final común una  pérdida progresiva de las fibras nerviosas del nervio óptico.

El principal factor que influye en la aparición de glaucoma es la presión intraocular alta, aunque no existe una correlación exacta. En ocasiones se produce un aumento de las cifras de tensión intraocular sin daño del nervio óptico, lo que se conoce como Hipertensión ocular. En el caso del Glaucoma, existe un aumento de las cifras tensionales acompañado de un daño objetivo en el nervio óptico.

Tipos de Glaucoma

Existen varios tipos de glaucoma. La mayor parte de los casos corresponde al llamado glaucoma de ángulo abierto (crónico simple) en el cual la evolución es lenta y no existen síntomas aparentes, pero se deteriora progresivamente la visión por lo que se conoce como ceguera silenciosa. El glaucoma de ángulo cerrado a diferencia del anterior produce un aumento brusco de presión intraocular apareciendo un dolor intenso, disminución de visión con ojo rojo, incluso náuseas, vómitos y dolor de cabeza.

Según el origen se clasifica en: primario, cuando no existe otra enfermedad que lo cause, y secundario cuando existe otra enfermedad que lo origina como un traumatismo, catarata evolucionada o inflamación ocular entre otros. Según el momento de aparición se clasifica en congénito (desde el nacimiento), infantil (en los primeros 3 años de vida) o del adulto.

 

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Síntomas

La mayoría de las personas afectadas por el glaucoma no presentan síntomas en las primeras fases de la enfermedad. Con el tiempo y si no se logra un control adecuado de la presión intraocular aparecen defectos en el campo visual y pérdida progresiva e irreversible de visión. La aparición de estos síntomas puede significar que la enfermedad está en un punto avanzado de su evolución. En el caso del glaucoma agudo sí puede ocasionar intensos síntomas desde su inicio como dolor intenso ocular, hemicraneal, alteración visual e incluso náuseas y vómitos.

Existen dos aspectos claves para sospechar el diagnóstico de glaucoma: 1. La elevación de la presión intraocular por encima de 21 mm de mercurio (medida mediante tonometría de aplanación o tonómetro de aire) y 2. La presencia de un nervio óptico dañado (visible en fondo de ojo). Cualquiera de estas dos circunstancias hace probable el diagnóstico, especialmente si existen factores de riesgo asociados (antecedentes familiares, edad superior a los cuarenta años). Una vez sospechado el diagnóstico, se pueden realizar otros estudios oftalmológicos complementarios como una exploración de la agudeza visual y una campimetría o valoración del campo visual.

Con el fin de confirmar el diagnóstico de glaucoma y un posible daño del nervio óptico, actualmente disponemos de técnicas de imagen mucho más precisas y que permiten un diagnóstico mucho más precoz que el campo visual y un seguimiento mediante imágenes más objetivo, sensible y cómodo. La más importante de estás técnicas es la Tomografia de Coherencia Óptica (OCT) que es una prueba sencilla y rápida de realizar, no invasiva que es capaz de evaluar la anatomía del disco óptico de manera mucho más precisa.

Tratamiento

En cuanto al tratamiento,  el objetivo principal es reducir la presión intraocular elevada. Contamos con tratamientos dos modalidades de tratamiento principales:

  • Médico a base de fármacos que se aplican en forma de colirio oftálmico y que o bien disminuyen la producción de humor acuoso del ojo  o aumentan su velocidad de reabsorción
  • Procedimientos quirúrgicos que abarcan desde láser o sofisticados dispositivos MIGS (cirugía de glaucoma mínimamente invasiva) a la técnicas clásicas como a trabeculectomía, la esclerectomía profunda no perforante (EPNP) o las válvulas de drenaje del humor acuoso como la válvula de Ahmed para casos más avanzados.

Factores de riesgo y prevención

Cuando existen familiares de primer grado que presentan glaucoma, el riesgo de padecer la enfermedad es más alto que en la población general. La frecuencia de glaucoma aumenta también con la edad, siendo el riesgo más alto al sobrepasar los 40 años, y se multiplica por 7 a partir de los 60. Otros factores de riesgo son el sexo masculino, la existencia de miopía o diabetes y la raza negra.

Por todo ello y en cuanto a la prevención del glaucoma se recomienda el control de la presión intraocular de forma preventiva y periódica, especialmente a las personas mayores de 40 años que presenten antecedentes familiares de glaucoma o presenten otras enfermedades como la miopía o diabetes mellitus.

Test genético

Como hemos comentado anteriormente y como muestran distintos estudios realizados, el papel de la herencia parece ser determinante en el glaucoma.  Los individuos con antecedentes familiares de glaucoma son 10 veces más propensos a padecerla que aquellos que no lo presentan. Por todo ello, conocer cuanto antes la posibilidad de que una persona acabe desarrollando glaucoma es imprescindible para su tratamiento. El test genético en este caso nos  permite individualizar el tratamiento y tomar medidas para frenar la posibilidad de padecer ceguera en grupos familiares de alto riesgo.